Brais Revaldería, director de cine: “Mi objetivo es contar historias de Galicia para darle visibilidad”

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Brais Revaldería, realizador audiovisual y director de cine lucense y asentado en Nueva York, con dos premios Emmy y un León de Oro en Cannes, sigue poniendo en valor su producción ‘Fillos do vento: A rapa’
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9 Nov 2025

Jessica Fernández

¿Cómo nace su amor por el cine?

Mi padre es productor de televisión, así que desde pequeño me fue introduciendo un poco en ese mundo. Me llevaba con él cuando trabajaba en Televisión de Galicia y, después, nos trasladamos a Madrid, donde comenzó su carrera en Mediaset. Poco a poco, ese entorno de la televisión empezó a llamarme la atención. Además, siempre me ha gustado capturar momentos. Desde niño tenía mi cámara de fotos con carrete para registrar situaciones y recuerdos. Ya en la adolescencia, alrededor de los 14 años, adquirí mis primeras cámaras de vídeo y las llevaba a todos los viajes con mis amigos. Además, el cine siempre me ha fascinado. Tengo muy buenos recuerdos de ir al cine en Lugo, especialmente porque lo asociaba con las vacaciones: al llegar a Galicia, siempre encontraba un momento para disfrutar de la gran pantalla. Al llegar a Estados Unidos, decidí estudiar un máster en dirección de cine y fue allí donde finalmente di el salto definitivo para comenzar mi carrera en esta industria.

Antes de ir a EEUU, se formó como realizador.

Con 17 años, al terminar el colegio, realmente no tenía muy claro qué quería hacer. Mi padre, por ejemplo, es periodista, y en aquel momento empezaban a surgir algunas carreras nuevas, como Comunicación Audiovisual, pero no estaba seguro de si era eso a lo que quería dedicarme. Primero estudié una diplomatura en Madrid de Medios Digitales, donde aprendí postproducción y diseño gráfico. Era una formación más técnica, por así decirlo, pero me gustaba mucho y me ayudó a orientarme sobre lo que realmente quería. Después cursé la carrera en Comunicación Audiovisual y hace 14 o 15 años decidí saltar el charco y hacer un máster en Dirección de Cine en la New York Film Academy.

Háblenos de ‘Fillos do vento: A rapa’, que está basada en la tradicional rapa de las bestias de Sabucedo, ¿qué le impulsó a elegir esta temática para su película?

Desde que salí de España me propuse como objetivo contar historias de Galicia. Al final, llevo mucho tiempo fuera y la morriña sigue ahí. Como orgulloso gallego, y lucense en particular, siempre intento actuar un poco como embajador de mi tierra. Aunque la gente puede tener una idea de Galicia, cuando hablas de España las primeras reacciones suelen ser Madrid o Barcelona. Yo siempre digo que España tiene mucho más que ofrecer y que hay zonas fantásticas como Galicia que merecen ser conocidas. Me enfoqué en eso desde el primer año: contar historias de Galicia para darle visibilidad dentro de mis posibilidades. Empezamos con Ardelucus, hace unos 13 o 14 años, que fue mi proyecto de graduación en la New York Film Academy. Después presentamos La vikinga de Catoira, que grabamos justo después de terminar Ardelucus. Y, al terminar La vikinga de Catoira, buscaba otra historia que pudiera tener interés global y al mismo tiempo dar visibilidad a Galicia. Rapa das Bestas siempre me llamó la atención, porque siendo gallego lo vemos en las noticias, pero realmente no conocía la tradición en profundidad. Decidimos ir allí en 2017, ver la festividad con nuestros propios ojos, integrarnos un poco, conocer la tradición y convertirlo en el tercer proyecto sobre Galicia. Creo que fue un acierto.

¿Cómo fue el proceso de producir esta película tras un trabajo de 7 años?

Fue duro, porque muchas veces la gente no es consciente del trabajo que realiza la gente de Sabucedo para cuidar a estos animales. Es un trabajo que se desarrolla los 365 días del año, no solo durante la semana de la fiesta, y es muy exigente. Ellos se desplazan al monte todos los fines de semana, atienden a los animales cuando están heridos, los recuperan cuando se meten en las fincas de los vecinos, y gestionan todas estas situaciones que no son fáciles de manejar. Es prácticamente un estilo de vida muy estricto, y no creo que haya muchas personas dispuestas a seguirlo. Documentar todo ese proceso y hacer justicia al esfuerzo que realizan es complicado, porque caminar horas por el monte ya resulta exigente, y hacerlo cargando con una cámara y demás equipos lo hace todavía más difícil.

Sobre todo, es un trabajo de equipo.

Sí, tengo que destacar a la productora del proyecto y directora creativa, María Fernanda Ordóñez Morla, que ha estado involucrada desde el primer año y desde el primer día. Ella es colombiana y, a día de hoy, es prácticamente una más en Sabucedo. No es fácil llegar a otro país, implicarse en una historia así y sacarla adelante después de tanto tiempo, y su compromiso ha sido fundamental. Después está nuestro productor local, Alberto Rey Basteiro, quien lleva la comunicación de Rapa das Bestas desde hace muchos años. Como nosotros volvíamos cada año, acabó uniéndose al proyecto, lo que facilitó mucho el trabajo para todos. Por supuesto, tengo que mencionar siempre a la Asociación Rapa das Bestas, que nos abrió las puertas desde el primer día y nos trató como parte de la familia en cada visita. Han sido excepcionales. Este año me nombraron aloitador de honra, y les contaba que para mí ir allí significa revivir recuerdos de mi infancia: aquellos momentos en el monte, en Lugo, que guardo con mucho cariño. De alguna forma, volver a Sabucedo es regresar a los orígenes. Del equipo también quiero destacar a Álex Aller, encargado del sonido y la composición de la banda sonora. Es asturiano, pero su pareja es gallega, y durante dos o tres años vino a ayudarnos en las grabaciones. Ha realizado un trabajo increíble con la música, verdaderamente fantástico. Y, por último, a Pablo Villanueva, uno de los realizadores, que actualmente vive en Galicia. Lo llevé el primer año a grabar conmigo y, con el tiempo, decidió mudarse a Pontevedra. Creo que ellos representan el núcleo fuerte del equipo, las personas que han estado ahí desde el principio y que han hecho posible todo este proyecto.

El sonido, la imagen, la narración… ¿quién vea el filme pensará que está viendo algo innovador?

Creo que lo que hemos hecho no se había hecho antes. Considero que, en cierto modo, en España todavía no se le está dando la dimensión que realmente tiene este proyecto. Hemos llevado una tradición con más de quinientos años de historia a experimentarse en primera persona en el festival de cine más importante del mundo, el pasado mes de mayo. Allí recibimos a cerca de dos mil personas, una experiencia verdaderamente increíble. Pienso que en España aún no se es plenamente consciente de la relevancia de este tipo de cine inmersivo, porque todavía no se ha explorado tanto este formato. En otros países sí se está desarrollando más, hay un mayor acceso a nuevas tecnologías y a espacios adaptados para este tipo de producciones. Por eso hemos tenido mucha suerte de que el Festival de Sevilla nos haya ofrecido un espacio fantástico para mostrar la experiencia. Es fundamental contar con un entorno que realmente haga justicia al proyecto, y no son muchos los festivales en España que puedan ofrecer algo así.

Como director, pero también como espectador, ¿qué cree que es lo más relevante del filme?

Creo que lo primero que queremos transmitir es algo que en Sabucedo siempre nos recordaban: que, a menudo, los proyectos documentales que se hacen sobre la Rapa das Bestas tienden a juzgar desde fuera lo que ocurre allí, sin comprender realmente la esencia de la tradición. Con la experiencia inmersiva queríamos precisamente lo contrario: mostrar desde dentro lo que significa vivir la Rapa, reflejar la conexión profunda que existe entre las personas del lugar, la naturaleza y los animales, una relación muy distinta a la que puede tener alguien que vive en una ciudad. Nuestro objetivo era situar al espectador en ese contexto, ofrecerle durante treinta minutos una vivencia que reproduzca los momentos más significativos de la Rapa das Bestas, como si estuviera allí, en Sabucedo, durante el fin de semana de la celebración. Esto ha sido posible porque llevamos ocho años grabando en el lugar, lo que nos ha permitido conocer la tradición en profundidad y saber exactamente qué instantes capturar para transmitir su autenticidad. Esa experiencia directa es muy difícil de vivir por completo si uno acude por primera vez, porque el monte es extenso y exigente, las jornadas son largas y el esfuerzo físico considerable. Por eso quisimos ofrecer esta mirada inmersiva, que permite al público adentrarse en la experiencia y sentir la energía de la Rapa, incluso a quienes no puedan vivirla en persona, por las condiciones del entorno o por limitaciones físicas.

¿Cómo valora su trayectoria?

Yo nunca he permitido que me digan que algo no se puede hacer, que no sirve o que no tiene sentido. Siempre busco la manera de que las cosas funcionen. Creo que, debido a las circunstancias en las que me he ido formando y a la experiencia adquirida trabajando en proyectos inmersivos como Juego de Tronos, Westworld y otros, he ido construyendo mi propio camino de una manera diferente. Tal vez no tenga la formación convencional de un director de ficción tradicional, pero me gusta apoyarme en las nuevas tecnologías, y considero que este tipo de historias sé contarlas muy bien. En ese sentido, los resultados están ahí, evidentemente. La verdad es que veo que el cine está decayendo, perdiendo público, y las salas no registran los resultados que tenían años atrás. Así son las cosas, lamentablemente, y creo que el cine necesita evolucionar.

Yo estoy poniendo mi granito de arena haciendo cosas que, actualmente, en España, realmente, nadie más está haciendo. Estoy intentando innovar porque creo que estoy trabajando en algo que, con el tiempo, se consolidará, aunque ahora muchos no sean conscientes de que representa el futuro de esta industria. Y cuando se den cuenta, yo estaré aquí, feliz de ayudar o de hacer lo que haga falta.

¿Cuáles son sus referentes?

Óliver Laxe, con Sirat, Lois Patiño, que todo lo que hace me fascina desde que estrenó Costa da Morte, película que vi aquí en el Festival de Nueva York. De hecho, creo que el cine gallego está en un momento fantástico; hay muchos directores haciendo cosas excelentes, y eso está genial. En cuanto a directores de cine documental, que es lo que yo hago mucho, puedo mencionar a David Wally, que es un genio de las experiencias inmersivas. También me inspiran figuras clásicas como Michael Moore, pionero en su época; Dziga Vertov, y tal vez John Grierson. En cuanto al cine tradicional, David Lynch me parece extraordinario, y también admiro a Martin Scorsese. Ken Burns, por ejemplo, es otro referente importante, porque aborda muchas historias de guerra y temas incómodos desde la perspectiva estadounidense. Y, por supuesto, Werner Herzog y Agnès Varda son también grandes influencias para mí.

¿Cuáles son sus proyectos futuros?

Quiero seguir avanzando y explorando el cine inmersivo. Fuimos a Cannes y faltó que comprendieran un poco la dimensión de lo que fue. Tuvimos la instalación más grande de todo el festival con Rapa das Bestas, algo que no sé si se volverá a repetir. Por otra parte, este es un proyecto independiente; no es como si tuviéramos detrás a Televisión Española, HBO, Mediaset o algo así. Empezamos este proyecto nosotros, por nuestra cuenta. Es cierto que, en la última fase del proceso, hemos contado con apoyo de la Xunta, de la Diputación de Pontevedra y del Concello da Estrada, pero el grueso de la producción lo hemos sostenido nosotros, con la ayuda de varias productoras que han colaborado hasta ahora. Y eso hoy en día es muy difícil. Es realmente complicado llegar a un festival de esta magnitud sin ningún tipo de apoyo externo y eso también hay que decirlo, ponerlo en valor y manifestarlo.

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