Elvira Fernández, de la APCA: “Al ser humano hay que darle oportunidades, apoyos y herramientas”

Jessica Fernández
¿Cuáles son los comienzos de la Asociación Penitenciaria Concepción Arenal?
La Asociación surge porque las antiguas CAS, Comisiones de Asistencia Social provinciales, que eran las que llevaban la labor de atender a los liberados condicionales una vez salidos de prisión; dejaron de gestionarlos a finales de los 80, por lo que la Asociación surgió en el año 89 como respuesta a esa necesidad. Fue una manera de ayudarles a encontrar trabajo y a otras cuestiones. Luego se fue ampliando el perfil de usuario, atendiendo también a gente en riesgo de exclusión social. De hecho, hoy en día se trabaja con internos de centros penitenciarios, se trabaja con familias, se trabaja con mujeres en riesgo de exclusión o víctimas de violencia de género… Es decir, se trabaja con todas aquellas personas que acudan a la asociación con una necesidad y, o bien se las deriva a algún otro recurso externo, ya sea del Concello o de alguna otra asociación que pueda proporcionarles lo que necesitan, o se les asesora a nivel de asistencia social y a nivel de intervención psicológica. En general, se hace un trabajo de atención psicosocial y, en determinados programas, también hay un abogado para proporcionarles asesoría jurídica. Quiero destacar la labor de Marina Cillero, que fue presidenta durante muchos años, la de Juan Manuel Moreno, que fue el vicepresidente y el impulsor de la Asociación; y la de Paula Alvarellos, que fue mi predecesora como presidenta y que le dio el impulso que necesitaba.
¿Cómo fue la evolución desde sus inicios hasta hoy?
La asociación ha evolucionado mucho, porque pasó de ser un recurso de atención, a realizar programas, a hacer las jornadas, que empezaron un poco antes que la generación en sí de la asociación. Las jornadas empezaron en el 86 y la asociación se dio de alta en el 89. Al principio, la actividad iba dirigida a prácticamente las jornadas y a la atención de las personas que salían y pasaban por el CAS, que se convirtió en el Servicio de Gestión y de Penas Alternativas, y ahora ha evolucionado a la par que la institución penitenciaria y la sociedad. El Estado ahora presta más atención a las necesidades del tercer sector, y muchas de las coberturas que tendría que dar la Administración pública, pues las están atendiendo ONGs. Y esa es la parte en la que nuestra asociación ha ampliado su catálogo de servicios, por decirlo de alguna manera. Pasamos de hacer las jornadas y poder ayudar a alguna persona que se presentaba allí, a tener prácticamente dos o tres programas en prisión. Por otra parte, nosotros hemos pasado de una época en la que había muchos socios con sus aportaciones de los socios, en la que las subvenciones iban dirigidas a hacer las jornadas, a otra época en la que se empezaron a hacer programas y talleres para las personas que acudían a la asociación y las que estaban en prisión, por lo que necesitamos más ayudas.
¿Qué importancia tiene esta asociación en la ciudad?
La asociación es necesaria, sobre todo, porque hay que acercar la sociedad al entorno de la reinserción. Los internos van a salir en libertad sí o sí, porque no existe la condena perpetua y porque tienen que volver a reintegrarse. Entonces, desde prisión se trabaja para que estas personas salgan mejor de lo que entraron, para que se atiendan sus carencias, para que se trabaje sobre el delito que han cometido, para mejorar a nivel formativo, a nivel laboral... Entonces, esa reintegración requiere del apoyo de la sociedad. Es decir, si la sociedad no les deja volver a incorporarse al tejido laboral, a todos los recursos sociales y sanitarios que tiene la Administración, pues no sirve de nada nuestra labor. Las personas que están en prisión reciben cursos de formación con el objetivo de que puedan encontrar un trabajo en el exterior o de que vuelvan a recuperar su actividad laboral. Todo eso requiere que la sociedad esté con una actitud aperturista y, sobre todo, que conozcan lo que se hace dentro para que, de alguna manera, lo valoren y entiendan que esto no deja de pertenecer a las obligaciones que tenemos todos como ciudadanos. Estamos en un Estado social y democrático de derecho y, de alguna manera, tienes que ayudar a que las personas que viven en tu entorno, en tu comunidad, puedan participar en igualdad de condiciones.

Háblenos del trabajo que se realiza desde la asociación.
La asociación trabaja con gente en riesgo de exclusión social, con internos y con familias de internos que tienen necesidades económicas. Habitualmente, trabajamos con tres programas, tres subvenciones. Uno es Igualdad, que nos lo subvenciona la Xunta de Galicia y va dirigido a mujeres para ofrecerles atención psicosocial y jurídica. Otro es el RIL, que es el que nos subvenciona la Diputación. Este año estamos intentando que nos lo vuelva a subvencionar porque no nos han concedido la nominativa en 2024 y en 2025, y es uno de los más importantes porque es el que supone la reinserción laboral y va dirigido a aquellas personas que tienen la necesidad de incorporarse al mercado laboral, por lo que se les ayuda a buscar una formación, dentro de los recursos que proporciona la Administración pública, con el objetivo de que luego se pueda entrar al mercado laboral. Esa es la que permite también el trabajo en prisión, porque lleva un acompañamiento. Luego, se hacen otros trabajos dentro de prisión que van dirigidos a prevención de riesgo de recaídas y llevamos un par de años trabajando con uno que se llama ‘taller de parentalidad’, que va dirigido a aquellos internos que son padres y que tienen que recomponerse dentro de la unidad familiar y tienen que aprender ese rol. Y luego está la subvención del Concello, que es la que proporciona el montante económico para las jornadas penitenciarias y que a la vez apoya también la atención psicosocial en el despacho de la asociación para las personas que acuden. Como comentaba antes, muchas veces se realizan derivaciones a otros recursos, es decir, se trabaja en red con las asociaciones de Lugo.
¿Qué personas forman parte de vuestro equipo de trabajadores?
Contamos con una psicóloga, con una trabajadora social y con un abogado que nos presta servicio para la parte jurídica en determinadas asociaciones, y luego con algún voluntario, que es abogado. Nosotros no tenemos una bolsa de voluntarios muy amplia, pero con los que tenemos hacemos talleres en centros penitenciarios, como en Monterroso a nivel de lectoescritura, a nivel de dibujo y pintura... Son cosas más ocupacionales, pero que hacen una labor muy bonita y reintegradora, porque es completamente voluntaria.
¿Por qué es fundamental apostar por la reinserción?
Vivimos en un Estado democrático de derecho donde la pena de muerte desapareció hace muchísimos años. Tenemos uno de los sistemas penitenciarios más garantistas de Europa. Vienen de otros países a ver los programas que hacemos, a ver cómo trabajamos y todo eso se tiene que traducir trabajar en red. Es un trabajo de motivación con los internos y de concienciación con la sociedad, por eso las jornadas tiene una parte divulgativa y de concienciación social para que la sociedad participe de la propia problemática social. Yo a nivel personal creo que al ser humano lo que hay que darle es oportunidades, apoyos y herramientas para que se sepan manejar en el futuro y eso parte de la base de la educación: todo esto sin educación y sin valores no funciona. Nuestros menores tienen que estar bien educados, tienen que saber gestionar sus emociones y para eso tienen que conocerlas previamente, luego las tienen que saber gestionar y con los valores que les hemos inculcado en el colegio y en casa tienen que aprender a resolver sus problemas; eso los hará buenos hijos, buenos padres y buenas personas. Y, con ello, se tiene que traducir a todos los niveles. Es una labor super complicada, ya que lo que no ha conseguido todo el mundo no lo vamos a conseguir nosotros en 6 meses. Como ya sabemos cómo funciona el sistema, trabajamos sobre esas carencias para intentar darles herramientas. Los programas específicos de tratamiento incluyen habilidades sociales, valores y emociones porque muchos de los problemas de las personas que comenten actos delictivos nacen de impulsos y de no saber gestionar sus emociones y eso parte de que nos han educado de una manera en la que no sabemos gestionar el dolor, la ira, el dolor y se ve en menores que después son adultos. La gente debe saber qué se hace, para qué se hace, cómo se hace y con quién se hace. Además, somos una sociedad receptora de inmigración, de solicitantes con los que hay que trabajar y reintegrar y se tiene que trabajar a nivel social.
Las jornadas penitenciarias, ¿en qué consisten?
Las jornadas son un evento que tiene como objetivo no solo llevar un tema de actualidad, sino hacer un proceso de concienciación. La mayoría de las veces se buscaban temas de actualidad que estuvieran en consonancia con el ámbito penitenciario jurídico y social, sobre todo el ámbito social, educativo, pedagógico; con, a lo mejor, una modificación de una normativa legal que acaba de implantarse y que podría afectar así a la sociedad. Y en los últimos años van sobre todo dirigidas a concienciar sobre problemáticas sociales que intervienen en el ámbito penitenciario, pero que pueden afectar a los padres de niños que están en edad escolar, hasta mujer y género; es decir, abordamos muchas temáticas dirigidas no solo a que la gente tenga un conocimiento jurídico, social… sino también a la gente de a pie, para que se implique en la sociedad respecto a algo que nos afecta a todos.
¿Apca tiene necesidades?
No trabajamos con fondos privados, hacemos conciertos solidarios para recaudar fondos y o hacemos una comida solidaria, pero consideramos que la gente ya tiene sus formas de hacer donativos si quiere, que cada uno tiene su problemática. Además, recibimos alguna subvención, pero no llegamos con el dinero que tenemos a pagar todo lo que hacemos. Hay dos personas que trabajan en la asociación porque el resto de la directiva no cobramos, mucha de la gente que aporta en la asociación no recibe nada a cambio, lo hace literalmente de una manera altruista, como voluntario, como socio o como parte de la directiva, y somos una asociación muy pobre. Todos trabajamos para recibir un sueldo, pero a veces es muy difícil vincular a alguien cuando tú no le puedes dar una seguridad, y eso hace que no nos podamos meter en otros proyectos, ya que no tenemos la infraestructura como para abarcar cosas que a veces nos ofrecen, y a veces me da pena. Yo no puedo vivir a base de comprometerme a nivel personal; ojalá recibiéramos más apoyo o pudiéramos tener otra línea de crédito con la que trabajar para tener más gente contratada y embarcarnos en más proyectos.
¿Cuál es el plan de futuro de la asociación?
Al no poder llegar a cosas de las que quisiéramos por el tipo de asociación que tenemos, nos gustaría tener más seguridad económica y, por lo menos, dar permanencia a las actividades que hacemos, incluso volver a poder hacer cosas en la asociación de las que hacíamos antes. Ese sería nuestro objetivo prioritario: vivir un poco más holgados y poder asegurarles más a las personas que vienen a solicitarnos cosas. Este año hay un cambio enorme a nivel de institución penitenciaria porque los internos que salían en libertad podían optar al paro o al subsidio de excarcelación y ahora ha desaparecido por una normativa interna y eso hace que tengamos que tramitarles el mínimo riesgo vital y les cuesta mucho, es una complicación, porque ellos estaban acostumbrados a que salían prácticamente con una cosa tramitada desde prisión. Todos esos cambios hacen que tengas mucha gente en lista de espera para atender, aunque solo sea para decirle como lo tiene que hacer y a donde se tiene que dirigir y qué requisitos tiene que cumplir.