Hugo Bal García destaca al rebeco como base de la dieta de los cazadores-recolectores en la sierra de Los Ancares hace 17.000 años

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El estudio del yacimiento de Valdavara 1 revela que este animal también era fundamental para los carnívoros de la zona e identifica la presencia de lobos, zorros y osos en la cueva
Hugo-Bal-investigador-USC
Actualizada el 20 noviembre 2025, 17:06 horas
19 Nov 2025

Una nueva investigación en el yacimiento de Valdavara 1, en Becerreá, analiza las estrategias de subsistencia de los cazadores-recolectores que habitaron la Sierra de los Ancares durante el final del Paleolítico superior, hace unos 17.000 años, y destaca la relevancia del rebeco en su dieta.

El estudio, liderado por Hugo Bal García del Grupo de Estudios para la Prehistoria del Noroeste-Arqueología, Antigüedad y Territorio (GEPN-AAT) de la USC y del Centro de Investigación Interuniversitario de los Paisajes Atlánticos Culturales (CISPAC), fue publicado en la revista internacional Journal of Archaeological Science: Reports con el título ‘Zooarchaeological study of the Magdalenian sequence of the Valdavara 1 site (Becerreá, Lugo, NW Iberia)’.

El trabajo analiza más de 2.000 restos faunísticos recuperados en los niveles 4-6 del yacimiento, con antigüedad aproximada entre 18.720 y 16.680 años. En ese período, tras el Último Máximo Glacial, varios grupos sucesivos de cazadores-recolectores, probablemente procedentes del Cantábrico y con tecnología magdaleniense, eligieron la pequeña cavidad de Becerreá como refugio para actividades diarias como la preparación de herramientas líticas, la realización de hogares y el consumo de animales, explica Bal.

El estudio permite conocer la dieta cárnica de estos grupos humanos, que se centraban en capturar presas del entorno inmediato, con el rebeco como principal sustento. En el yacimiento de Valdavara, este animal representa más del 40 % de los restos identificados, superando ampliamente a otras especies como ciervos, uros, caballos, jabalíes, lobos, zorros, osos pardos, mustélidos, conejos y liebres.

Además, no fueron solo los humanos los que contribuyeron a la formación del yacimiento. El estudio identificó la intervención de otros tres agentes: lobos, zorros y osos, que emplearon la cueva como cubil durante las épocas en las que se ausentaban los cazadores-recolectores, aportando presas e interactuando con los restos humanos, como evidencian las superposiciones de marcas de corte y mordeduras de pequeños carnívoros.

La investigación contó con la colaboración de Carlos Fernández Rodríguez (ULE), Manuel Vaquero (URV/IPHES), Elvira Susana Alonso Fernández (URV/IPHES) y Ramón Fábregas Valcarce (USC/CISPAC), se enmarca en un proyecto más amplio sobre la ocupación de las Sierras Orientales de Galicia y recibió financiación del Ministerio de Ciencia e Innovación. Las excavaciones en la cueva de Valdavara se realizaron entre 2007 y 2013 con el apoyo del Ayuntamiento de Becerreá.

HUGO BAL

Hugo Bal, graduado en Historia y con un máster en Arqueología, lleva desde el año 2020 estudiando este yacimiento como parte de su tesis, que tenía como objetivo estudiar la fauna de todos los yacimientos gallegos con registro del Pleistoceno Superior, que son tres: Valdavara, Cova Eirós en Triacastela, y Cova da Valiña en Castroverde. "En el caso de Valdavara había trabajos muy superficiales, muy planteados desde una óptica universitaria y no científica. Entonces, consideramos incluirlo”, explica.

Afirma que la investigación sobre la fauna de los yacimientos gallegos del Pleistoceno Superior (entre 100.000 y 10.000 años) siempre estuvo “incompleta” y, en el caso de Valdavara 1, “la investigación de la parte faunística nunca se terminó de llevar a cabo. Se hizo un intento de sacarlo adelante con un trabajo de fin de máster en Tarragona, pero no estaba publicado a nivel científico y quedaba revisarlo”. Por ello, decidió llevar a cabo este trabajo, que realmente comenzó en 2024, ya que el material estaba en Tarragona. “Hice una estadía durante un mes, en el que me encerré en el laboratorio para estudiar los más de 2.000 restos que hay”, comenta el investigador.

Pero la investigación no se limitó al laboratorio. “Después, fui al yacimiento para entender el contexto de lo que estaba estudiando. El tipo de cueva que hay influye mucho en el tipo de restos que se analizan. De hecho, en el estudio, una de las cosas que decimos es que la fauna seguramente no la procesaban allí, sino fuera de la cueva, o en una de las otras cavidades que hay en la zona. No llega más de 6 metros”, aclara.

Con respecto al futuro, Hugo Bal quiere seguir “sacando resultados”, a pesar de tener la tesis terminada y entregada. Así, dice que seguirá investigando. “El primer artículo que saqué de Valdavara se centra en el estudio de los restos animales que hay y cómo fueron explotados por los grupos humanos; y ahora mi proyecto a corto plazo es publicar un segundo artículo sobre la reconstrucción paleoecológica; y también tenemos pendiente sacar otro artículo más centrado en el conjunto industrial y artístico sobre restos animales, que hay herramientas y colgantes recuperados en el yacimiento”, sostiene.

Además, hace hincapié en que también quiere seguir investigando para poder publicar estudios sobre la Cova Eirós de Triacastela y “reivindicar A Valiña, porque desde los 2000 está muy desconocida, y queremos reivindicar su importancia porque es un cubil de hienas en Castroverde y queremos seguir por esa línea”, concluye.

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