Manuel Fernández, de Alume: “Hoy en día nadie tiene por qué esconder que pide ayuda psicológica”

Jessica Fernández
La asociación ALUME nació el 18 de octubre de 1995 fruto de la iniciativa de un grupo de familiares de personas con enfermedad mental y profesionales de la salud mental de Lugo, que decidieron unirse para reclamar más servicios de rehabilitación y una mayor atención sanitaria y social. Su objetivo principal era concienciar a la sociedad sobre los problemas y necesidades de las personas con trastornos mentales y de sus familias, al tiempo que se luchaba por el incremento de los recursos asistenciales en una provincia que, entonces, contaba con una situación “muy deficiente”, tal y como recuerda el presidente, Manuel Fernández.
La realidad sanitaria de la provincia de Lugo en 1995 era muy limitada. “Entonces había solo dos unidades de salud mental ambulatorias y una unidad de agudos con quince plazas, y eso era todo lo que había en la provincia. El psiquiátrico de Castro estaba cerrado para ingresos y no existían servicios de rehabilitación ni de seguimiento. La situación en Galicia y, particularmente en Lugo, estaba muy mal, por eso surgimos nosotros, para reivindicar esos servicios, para concienciar sobre la salud mental y romper con el estigma que afectaba y todavía afecta a quien padece estas enfermedades”, explican desde la asociación.
Dos años después de su fundación, en la primavera de 1997, ALUME vivió un punto de inflexión. La Xunta de Galicia le propuso poner en marcha un Centro de Rehabilitación Psicosocial y Laboral financiado por la administración autonómica, pero gestionado íntegramente por la asociación. “Nuestra intención inicial no era convertir ALUME en una entidad prestadora de servicios, pero decidimos aceptar el reto. Era la única manera de conseguir dotaciones que la Administración no estaba dispuesta a crear por sí sola, y también de mantener viva nuestra actitud reivindicativa”, señalan.
Gracias a aquel impulso, la entidad pudo poner en funcionamiento pisos protegidos y un centro de rehabilitación laboral que continúa operativo hoy en día. “En la actualidad tenemos 65 plazas en Lugo y otro centro en Guitiriz con 15 plazas, además de cinco pisos protegidos. Todo esto es posible gracias a un concierto con la Consellería de Sanidade”, explican con orgullo.
Los avances en la red asistencial de la provincia, como el cierre definitivo del antiguo hospital psiquiátrico de Castro, la puesta en marcha de las instalaciones de Calde, el incremento de dotaciones en el HULA y en las unidades de salud mental, o la creación del Hospital de Día, no cubrieron por completo las necesidades existentes, pero mejoraron notablemente la situación respecto a los años noventa.
“Creemos que la percepción social sobre las enfermedades mentales ha cambiado mucho en estas tres décadas. Aún queda camino por recorrer para eliminar el estigma, pero hoy las personas y las familias que sufren la aparición de un trastorno de este tipo tienen dónde acudir, encuentran profesionales formados y experimentados, y también compañeros de lucha que les ofrecen información, apoyo y consuelo”, destacan desde ALUME.
“Hay que seguir luchando por la atención de las personas que sufren estas enfermedades más complejas”
EL ESTIGMA
Manuel Fernández sostiene que en los últimos años se ha producido un cambio social importante en la percepción de la salud mental. La pandemia sirvió como punto de inflexión para abrir el debate y favorecer una mayor conciencia sobre esta realidad. “A nivel social hubo un gran cambio a partir de la pandemia, hay mucha más conciencia sobre la salud mental, y el proceso de desestigmatización tomó un impulso importante”, explica.
Además, desde la entidad destacan que el cambio social en el modo de hablar de la salud mental también contribuye a que más personas se atrevan a pedir ayuda. “El hecho de que abiertamente se esté hablando de acudir a una consulta de salud mental nos ayuda muchísimo, porque permite que una persona que realmente lo necesita por un problema de comportamiento pueda plantearlo y acudir a un profesional”, afirman. “Eso era un obstáculo al principio: la resistencia a pedir ayuda. Aún sigue pasando, muchas veces por orgullo y por estigma. Nos negamos a reconocer que necesitamos ayuda”, añaden.
Con todo, también advierte de que esta nueva visibilidad lleva consigo ciertos riesgos. “Hoy en día nadie tiene por qué esconder que pide ayuda psicológica o psiquiátrica, y eso es un gran avance, pero también es cierto que este foco de atención puede banalizar el problema”, apuntan. Desde ALUME recuerdan que el espectro de las enfermedades mentales es muy amplio y abarca desde trastornos más leves, como la ansiedad o la depresión, hasta patologías graves y crónicas, como los procesos psicóticos, la esquizofrenia o el trastorno bipolar. “Cuando se crea una burbuja alrededor de los casos leves, corremos el riesgo de tapar los casos más graves, y hay que seguir luchando por la atención de las personas que sufren estas enfermedades más complejas”, subrayan.
El trabajo de la asociación se centra, precisamente, en esos casos más severos. “Nosotros atendemos, sobre todo, casos psicóticos, casos crónicos que cursan con una incapacidad laboral y social”, explican. Para dar respuesta a las necesidades de estas personas, ALUME desarrolla diferentes servicios de apoyo y acompañamiento, como los pisos protegidos, que ofrecen un entorno estable y seguro. “La enfermedad produce desarraigo y muchas veces problemas para la convivencia, por eso los pisos protegidos son fundamentales para garantizar una vida digna y integrada”, añade.
LOS SERVICIOS
Desde ALUME se trabaja para promover la recuperación y la inclusión social y laboral de las personas con enfermedad mental, mejorando su atención y calidad de vida. La entidad también defiende sus derechos y intereses, actuando como punto de apoyo para usuarios, familiares y amistades.
Uno de los programas prioritarios es el de Primeros Episodios Psicóticos, que busca actuar de forma temprana con los más jóvenes para evitar el avance de la enfermedad. La asociación desarrolla también servicios de rehabilitación psicosocial, orientados a fortalecer la autonomía personal y la integración en la comunidad.
Los pisos protegidos ofrecen apoyo a una vida independiente, mientras que la atención en el rural combate el aislamiento y promueve la dignidad de las personas que viven en zonas más alejadas.
Además, ALUME participa en un programa de calle junto con la Cruz Roja para intervenir con personas sin hogar y con trastorno mental grave, y colabora en el programa de intervención en prisiones impulsado por FEAFES Galicia y la Fundación Barrié. A esto se añade un programa específico de atención en situaciones de riesgo suicida, que ofrece acompañamiento y apoyo emocional.
EL FUTURO
“El proyecto de futuro más importante es la cesión por parte de la Xunta del antiguo edificio de Aspnais para hacer un centro integral de atención a la salud mental, y existe la idea de que sea Alume quien lo gestione”, explican desde la asociación. “Estamos esperando a la licitación, y eso cambiaría mucho nuestra realidad, porque supondrá una ampliación de servicios y también de responsabilidades”, añaden.
La Xunta de Galicia anunció el pasado mes de enero que destinará 3,6 millones de euros a la reforma completa del inmueble, que será adaptado para acoger este nuevo servicio. Según informó la conselleira de Política Social e Igualdad, Fabiola García, durante la presentación del anteproyecto, el edificio estará operativo en 2027. El primer paso será la licitación de la redacción del proyecto.
El nuevo centro se situará en una parcela de 9.000 metros cuadrados y contará con tres plantas en las que se combinarán un centro de día, un centro residencial, un área social y diferentes zonas polivalentes de uso común. En total, dispondrá de 80 plazas concertadas de atención residencial y diurna.
Desde ALUME subrayan la importancia de este proyecto, que “sería un gran salto adelante al reunir en un mismo espacio los servicios que tenemos; eso facilitaría muchísimo el trabajo y la atención a las personas usuarias. Para nosotros sería el sueño cumplido: poder ofrecer una atención integral y coordinada, en un espacio pensado para dignificar la vida de las personas con enfermedad mental y sus familias”, concluyen desde la asociación.