Marcos Waldemar: “En este mundo tecnológico, la magia es una forma de volver al mundo real”

Jessica Fernández
¿Quién es Marcos Waldemar?
Es un chico que nació en una aldea de Portomarín llamada Narón y creció en una familia con abuelos y padres con un legado mágico, ya que en la casa donde nací falleció el conde de Waldemar, uno de los magos más conocidos del siglo y que recorrió 69 países. Yo crecí jugando e imaginando, ya que con 3 o 4 años escuchaba lo que hacía este artista: que paraba el tráfico en el Golden Gate, que transformaba el periódico en un billete, que hacía nevar… era como escuchar historias de un héroe, para mí era como escuchar las historias de un superhéroe. Entonces, yo con tres o cuatro años ya jugaba a ser mago, una peculiaridad que siempre me acompañó desde pequeño; la magia estuvo muy inherente a mí desde que nací, algo que me acompañó durante toda la vida. Hice muchas actividades de magia, pero luego también quise estudiar algo que me permitiera compatibilizarlo, y estudié ingeniería de diseño industrial. La magia siempre estuvo ahí hasta que no pude compaginarlo y me decidí por ella. Así, desde 2023 me dedico profesionalmente a la magia. Sin embargo, nunca me sentí identificado con la palabra “mago”, por lo que no está integrada en mi nombre. Me siento más representado como artista, ya que siempre he tenido inquietudes artísticas en general. Me gustaban los proyectos musicales y audiovisuales, pero la magia es una forma de expresión que me permite contar cosas que otras artes no pueden. Creo que “ilusionista” o “creador de ilusiones” es una palabra más acertada. Pero en mi caso me identifico más con todas las palabras que tienen que ver con artista o con una actividad artística, sin que tenga connotación superior o inferior; simplemente es una cuestión de perspectiva.
¿Qué momento vive la magia?
Está viviendo un momento muy bueno, porque vuelve a estar de moda y está presente en la televisión. Tenemos al Mago Pop, cuyo espectáculo es el más taquillero de Europa, por encima de teatro, cine, etc. Estamos muy contentos porque hay mucha afición: muchos niños quieren ser magos y, teniendo en cuenta el mundo al que vamos con la inteligencia artificial, la magia es una manera de volver al mundo real. Es una forma de evadirse de los problemas, pero también un medio para conectar con lo que es posible. Además, la magia es un arte privilegiado porque podemos vivir de ella, pero también implica mucho trabajo. Si tenemos tres actuaciones al mes, no trabajamos solo tres días, trabajamos todo el mes para prepararlas. No solo se puede vivir de actuar en bautizos o comuniones, también se pueden crear juegos de magia, como yo hago desde los 16 años, para productoras de Estados Unidos y para otros magos. El primer juego que creé para productoras me pagaron 10.000 dólares. No siempre es tan fácil, pero hay que buscar la forma de llegar a ese público.
¿Cuál es su especialidad?
Es muy difícil autodefinirse. La gente dice que mi magia es muy personal, cercana e incluso poética, muy pensada para enganchar. La magia de cerca es la que más disfruto, pero ahora estoy muy metido en teatro y magia en grandes teatros, entonces esa especialidad va perdiéndose un poco.
Hasta la actualidad, campeón de España de magia. ¿Cómo recibió este reconocimiento y en qué contexto?
Fue en Terrassa, en julio. Fue en un congreso nacional de magia que se celebra cada año, donde se reúnen más de 500 magos y hay diferentes categorías en las que competir. Siempre creí que los premios, precisamente por mi manera de entender la magia como algo artístico, no tienen mucho sentido, porque no tiene lógica decir que algo es mejor o peor. Dentro de ese contexto y de la poca importancia que le doy a los premios, estoy muy agradecido por reconocerme como campeón de España de magia por desarrollar un sistema muy innovador de magia con olores. Hasta ahora, los olores eran algo poco explorado en la magia. Eran poco prácticos, pero gracias a un sistema que llevaba un tiempo desarrollando con otros magos aquí en Galicia, conseguimos hacer desaparecer o cambiar olores.
¿Cómo es la relación entre magos?
La relación entre magos es genial. En todos los sectores siempre hay gente con la que tienes más o menos afinidad, pero Dani Polo organiza un montón de festivales y lleva la magia a la televisión, Rafa organizó durante 22 años LugoMágico y Roberto Lolo lleva 20 ediciones del Festival de Sarria. Toda esa gente hace que la magia en Galicia se mueva. Si tengo que nombrar un referente cercano, nombraría siempre al Mago Antón, porque para mí fue como un padre mágico. Antón abrió la puerta para que todos viniéramos detrás. Va a hacer 60 años de carrera, está en el Mago Móvil, un camión que visita municipios pequeños, y este año celebra 50 años subido a los escenarios. Retirado no está en su vocabulario.
¿Cuáles son sus proyectos de futuro?
A nosotros, los magos, no nos gusta hacer predicciones. Dentro de 20 años puedo estar volando en escoba y haciendo cosas que ahora no puedo, pero a corto plazo estoy ilusionado con una gira por los teatros de Galicia. Voy a intentar ir a casi todas las localidades con mi espectáculo ‘Inherente’, en el que cuento toda esta historia. El 28 de septiembre estaré en A Rúa, en un espacio mítico, un antiguo cine para unas 400 personas. Esperamos que todos estén allí. A medio plazo, el próximo verano haré una gira por Latinoamérica con un espectáculo más reducido, además de muchas conferencias para magos. Visitaré Colombia, México, Argentina, Uruguay, Chile y Ecuador. A largo plazo estoy preparando algo para la ciudad de Lugo: una magia que aún no se ha visto en España. No se puede decir en qué consistirá, pero tendrá que ver con la ciudad de Lugo y será una magia muy grande, esperando poder hacerla en 2027. Además, nos gustaría recuperar el Festival Conde Waldemar de Portomarín, que tuvo mucho éxito, pero sin financiación no se puede hacer. Estamos buscando la forma de llevarlo a cabo para las siguientes ediciones. Queremos que vuelva a celebrarse y ver si conseguimos implicar a otras administraciones, porque desde el Ayuntamiento sí hay interés. En la primera edición reunimos a 500 personas en la plaza del pueblo, llevamos magia a colegios y albergues, y queremos que se repita.