“Trabajamos de forma integral con las familias gitanas de Lugo, desde el nacimiento hasta el final”

Jessica Fernández
La Asociación de Promoción e Integración Gitana de Lugo nació en el año 1983 a raíz de la creación de una escuela puente en el poblado del Carqueixo, pensada exclusivamente para los niños gitanos que allí vivían. "Llevaron allí maestros, como yo, para ayudar a los niños", recuerda Manuel Vila, presidente de la asociación, quien vivió de primera mano la transformación de aquella comunidad. Poco después de trabajar con la infancia, se dieron cuenta de que el problema iba más allá del ámbito educativo. "Vimos que no solo había que trabajar en el campo educativo, sino que había que hacer un trabajo integral de todo, porque la situación en aquel momento era... no de tercer mundo, sino de... ¡décimo mundo!", afirma Vila. En aquella época, el poblado se situaba al lado de un vertedero municipal donde se quemaba basura. "Las chabolas eran de plástico, de tablas... No había agua corriente ni alcantarillado. Los niños iban descalzos, comían casi lo que se tiraba al barrio. Y no tenían seguridad social", recuerda.
Fue en ese contexto cuando surgió la asociación, con la intención de mejorar la calidad de vida de las familias gitanas. Así, comenzaron por atender lo educativo, pero también lo sanitario y lo administrativo. "Empezamos a inscribirlos en el registro civil. Menos mal que colaboró mucho un cura que había en Albeiros, que ya falleció, Don Luis Soto Camino. Bautizaba a esas personas, y así, a partir del bautismo, íbamos cada semana con las familias al registro civil", cuenta Vila. Gracias a eso, muchas personas pudieron conseguir su DNI.
Para contextualizar, Manuel Vila explica que las familias gitanas de Lugo descienden de un matrimonio fallecido en los años 40, que tuvo 12 hijos. Hoy, su descendencia se extiende por toda la provincia de Lugo, Ourense, Madrid… El asentamiento en Carqueixo se remonta a 1974. "Los gitanos no fueron allí porque sí", aclara Vila. Históricamente, el pueblo gitano era nómada, vinculado al mundo rural: trataban caballos, recogían mimbre y hacían cestos que intercambiaban en las aldeas. En los años 60, con la industrialización, mucha gente se fue del campo a la ciudad. "Con la llegada del plástico y los cambios en la economía, los cestos y las caballerías dejaron de tener valor, y los gitanos también empezaron a acercarse a las ciudades". En Lugo, se asentaron en Fingoi, pero la expropiación de las viviendas en esa zona les obligó a marchar. "Decidieron llevarlos al monte municipal del Carqueixo, donde podían recoger chatarra, ya que allí había un vertedero. Fue una forma de darles salida, pero también una manera de marginarlos, para que no molestaran", manifiesta.
En ese espacio aislado, donde ni siquiera pasaba el autobús urbano, comenzaron a acercarse unas monjas josefinas que pusieron en marcha una escuela infantil. Más adelante, se unieron profesores maristas y finalmente el Ministerio de Educación decidió poner en marcha una escuela puente con maestros públicos. "Fue en los años 80, con la transferencia de competencias a la Consellería de Educación, cuando se creó la escuela puente y nos mandaron a nosotros, maestros públicos. Las monjas siguieron atendiendo la escuela infantil, que acabó funcionando dentro de la asociación que pusimos en marcha en el 83".
La escuela puente pública cerró en 1996 y la escuela infantil cesó su labor en 2006 por falta de recursos. Desde entonces, los niños y niñas del Carqueixo se integraron en los colegios de la ciudad. "Se promovió una línea de autobús urbano que recogía a los niños en Carqueixo y los llevaba a As Gándaras, el primer colegio que los acogió, y también a Nadela". A pesar de este avance, para Vila la escuela infantil “jugaba un papel clave”, especialmente con las mujeres. "La escuela estaba en el propio poblado y tenía un fin social. Se controlaba a la mujer desde que estaba embarazada, se ponía en contacto con el médico y se seguía todo el proceso de embarazo y nacimiento de un niño, las acompañábamos para escribir el nombre en el registro de vida, los niños iban a la escuela desde pequeños... Se controlaba todo", explica. Hoy, gracias al trabajo de la asociación, la realidad ha cambiado radicalmente. "En el poblado del Carqueixo quedan siete chabolas y unas 36 o 37 personas; el resto vive en viviendas normalizadas, algunas en propiedad y otras en vivienda social". Según Vila, conocen a todas las familias, "salvo algunos que llamamos invisibles, que pasan desapercibidos". Llevan más de 30 años trabajando por la comunidad.

EL TRABAJO DE LA ASOCIACIÓN
En la sede de la Asociación de Promoción e Integración Gitana de Lugo, el trabajo diario gira alrededor de un principio fundamental: la familia como eje vertebrador. Así lo explica Tamara Caloto, quien subraya que las actuaciones de la asociación se articulan alrededor de cinco ámbitos clave: educación, vivienda, empleo, formación y cultura. “Intentamos que el trabajo sea integral, porque si solo trabajas, por ejemplo, en el ámbito del empleo, pero no hay una vivienda o una formación, ese programa queda vacío”, afirma. Desde el momento del nacimiento, la asociación realiza un seguimiento que acompaña a cada persona en su trayectoria vital: inscripción en el registro civil, escolarización infantil, seguimiento educativo y control del absentismo. Para ello, cuentan con el apoyo de una coordinadora de escolarización marginal, dependiente de la Consellería de Educación, que colabora estrechamente con la entidad. Este enfoque permite que, incluso cuando llega una familia nueva, puedan integrarse rápidamente en la red de apoyo comunitaria.
Una de las estrategias que defienden con mayor convicción es la dispersión, entendida como una vía eficaz hacia la normalización social. La asociación promueve que la matrícula escolar se haga de forma equilibrada, evitando la concentración del alumnado gitano en centros concretos, aunque admiten que no siempre es fácil por la localización de las viviendas sociales. “Si nos conocemos entre nosotros, después las diferencias no son tan grandes”, concluye Caloto, apelando a la necesidad de convivir para superar los prejuicios. Así, defienden que no deben existir guetos ni barrios marginales, ya que la convivencia mixta favorece la integración y reduce los prejuicios. Concretamente, “los gitanos que quedaron en pueblos pequeños están más normalizados”, explica Caloto. “Al ser pueblos, los niños fueron al colegio, se conocieron entre ellos, se integraron en el mundo del trabajo e incluso hay matrimonios mixtos”, añade Vila.
En cuanto al perfil de las personas con las que trabajan, es muy diverso. Desde familias completamente integradas, que apenas necesitan apoyo, hasta otras en situaciones de exclusión más severa. La evolución, no obstante, ha sido notable. “Los cambios en los últimos 30 o 40 años han sido enormes”, afirma Ana López, quien asegura que “ahora tenemos localizadas a todas las familias gitanas de Lugo y trabajamos con todas ellas, por lo que hay muchísima más normalización de su situación que antes”.

CÓMO LLEVAR A CABO ESE TRABAJO
La Asociación de Promoción e Integración Gitana de Lugo depende exclusivamente de la financiación pública para llevar a cabo sus proyectos, aunque la cuantía y el momento en que llega varía mucho a lo largo del año, ya que muchos de los programas tienen carácter temporal y están ligados a subvenciones de duración determinada. Sin embargo, el objetivo es garantizar que “ninguno de los ámbitos que mencionábamos antes quede en ninguna época del año abandonado”.
La principal fuente de ingresos procede de la Consellería de Política Social, que financia dos programas importantes con cargo al IRPF, en la conocida “casilla 07”. Uno de ellos se centra en el acompañamiento integral a las familias gitanas y otro está enfocado al ámbito educativo, ofreciendo apoyo escolar y seguimiento en los centros educativos. También cuentan con programas puntuales relacionados con la inserción laboral, como itinerarios formativos y cursos para la obtención del carné de conducir o el desarrollo de competencias profesionales. Estos tienen una duración limitada, en función del tiempo que requiere cada formación.
Además, la Diputación Provincial de Lugo concede cada año una subvención nominativa destinada a la rehabilitación de viviendas. Esta ayuda permite ejecutar reformas en los hogares de las familias gitanas, en las que la entidad aporta la mano de obra y las propias familias los materiales. “La reforma de las casas implica a las familias porque proporcionan los materiales y también aprenden el oficio”, destacan desde la Asociación. Sin embargo, advierten de un problema recurrente: la cuantía de la subvención lleva años sin actualizarse, mientras que “el coste de la vida sube, el convenio colectivo del trabajador también, y eso hace que se reduzca el tiempo de trabajo o podamos atender a menos familias”. No obstante, reconocen que “si no fuera por esta subvención, muchas no podrían reformar sus viviendas. Ya es difícil encontrar quién te haga una obra; si además eres gitano, van con el prejuicio de que no les vas a pagar”. Además, explican que el trabajo desde la asociación no solo es la conservación de las viviendas, porque “no consiste solo en sacar a la gente del chabolismo y darle una vivienda sin saber qué significa comunidad y vida comunitaria”. Es preciso, también, formar a las familias para que participen activamente en la vida comunitaria.
Con respecto al Ayuntamiento de Lugo, este subvenciona el funcionamiento del local de la Asociación, cubriendo gastos como agua, luz o teléfono. Sin embargo, señalan que la cuantía “sigue igual que hace 20 años” y la situación se vuelve cada vez más insostenible: “La luz ha subido, todo cuesta más, tuvimos que cambiar la fotocopiadora… y todavía no hemos cobrado la subvención del año 2024, estando ya en 2025”.
Uno de los proyectos que la Asociación destaca como ejemplo de su labor de sensibilización es la exposición Historia y cultura del pueblo gitano, que estuvo en el Vello Cárcere y fue, según aseguran, “todo un éxito”. La muestra, compuesta por 18 paneles, recorre la historia, la cultura y las aportaciones del pueblo gitano a la sociedad gallega y española, y está pensada especialmente para los centros educativos. “Buscamos romper con los estereotipos y el desconocimiento que todavía persisten sobre esta comunidad”, explican. Diseñada por la Asociación de Enseñantes con Gitanos, la exposición pretende acercar al alumnado y a la ciudadanía una visión documentada y real de una historia que, como dicen, “nunca aparece en los libros de texto”. Para la Asociación, es “una pena que un pueblo que forma parte de España desde hace 600 años y del que forman parte un millón de personas sea tan desconocido. Si no conocemos nuestra historia, si no nos conocemos, difícilmente podremos entendernos”.
NECESIDADES Y FUTURO
En cuanto a las necesidades actuales, la entidad denuncia la inestabilidad del sistema de subvenciones. “Nuestros programas son anuales, y a día de hoy solo sabes lo que vas a tener hasta finales de año. Además, algunas subvenciones llegan cuando el programa ya ha terminado, por lo que hay que adelantar el dinero”. No obstante, comentan que, además de las tres personas de la directiva, cuentan con tres maestras en la actualidad, pero demandan continuidad: “Las familias necesitan personas de confianza, tratamos temas delicados, y es importante conocerse mutuamente y conocer una problemática que evoluciona en el tiempo”. Su actividad implica tejer redes de seguimiento, atención y coordinación con el resto de entidades, tanto públicas como privadas, actuando como puente con el centro de salud, con el colegio, o realizando tareas burocráticas como la declaración de la renta. “Hacemos de gestoría, de psicólogo, de maestro, de trabajador social… por lo que tenemos que ser personas que ellos conozcan y con las que se sientan confianza, al igual que es mejor tener personas que ya comprenden cómo funciona todo en vez de cambiar cada año”.
Mirando hacia el futuro, la prioridad es “mantener los programas que ya tenemos en marcha”, destacan, pero también quieren potenciar la formación en el ámbito de la vivienda, un aspecto que consideran clave para garantizar la integración real: “No tenemos viviendas disponibles para todos, ni recursos para gestionar todo. Además, si ya es difícil acceder a un alquiler para cualquier persona, si eres gitano, no tienes opción; la gente no te lo alquila”. La Asociación insiste en que su trabajo es a largo plazo: “Trabajamos para la quinta generación. Lo que hicimos hace años se ve ahora, y lo que hacemos ahora se verá en el futuro. Es una carrera de fondo”. Así, a pesar de las dificultades, mantienen el compromiso de seguir trabajando “para que poco a poco vaya mejorando la integración del pueblo gitano en la sociedad y que su percepción también cambie, adaptándose a la realidad”.